El gobierno federal desembolsó hasta ahora medio billón de pesos en la infraestructura férrea, aunque solo el 50 % del proyecto se considera concluido según análisis internacionales.

Originalmente planeado para operar completamente en febrero de 2024, el calendario de entregas ha sufrido múltiples retrasos y se vislumbra la conclusión total hasta septiembre, si no surgen más imprevistos. Además, la ONG México Evalúa calculó un sobrecosto del 176 % respecto al monto definido al inicio, situando al Tren Maya entre los proyectos de infraestructura con mayores desviaciones presupuestales de la última década.
Lo que arrancó con 16 trenes circulando se ha reducido a cinco salidas diarias. En términos de afluencia, el Tren Maya alcanzó solo el 19 % de la demanda esperada, con un promedio diario de 1,650 pasajeros, lejos de los tres millones anuales proyectados por sus promotores.
El megaproyecto también deja una huella ecológica preocupante: la construcción ha implicado la tala de más de siete millones de árboles, contradiciendo la promesa de “no talar un solo árbol” hecha por Andrés Manuel López Obrador. Incluso, se ha detectado contaminación de millones de metros cúbicos de agua en la península, con efectos negativos en ríos, cenotes y sistemas costeros que podrían tardar décadas en recuperarse.