El Certamen 20 de Noviembre que otorga la Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de San Luis Potosí es, desde hace décadas, uno de los reconocimientos más importantes para las y los creadores potosinos. Su relevancia no sólo radica en su historia —este 2025 arribó a su edición número 74— sino en la posibilidad de reconocer públicamente la obra, la trayectoria y las aportaciones de quienes sostienen la vida cultural del estado.
La ceremonia de premiación, realizada como es tradición en el majestuoso Teatro de la Paz, debería ser un momento de celebración y encuentro. Sin embargo, en un sexenio donde la creación artística ha sido minimizada, precarizada y relegada, el acto terminó por evidenciar, una vez más, el profundo desinterés del gobierno encabezado por Ricardo Gallardo Cardona hacia la comunidad cultural.
Un sexenio de recortes y simulaciones
La Secretaría de Cultura ha sobrevivido estos años a una cadena de recortes presupuestales que han mermado proyectos, programas e iniciativas. Funcionarios, promotores, creadores y gestores han tenido que sostener —con imaginación y esfuerzo propio— una agenda cultural que apenas logra mantenerse en pie.
Mientras tanto, los recursos estatales se destinan de manera generosa a la Feria Nacional Potosina (FENAPO), convertida ya en el principal escaparate electorero del gobierno actual. Con sólo una fracción de lo que se gasta en contratar a los artistas de ese evento, podrían atenderse colonias, barrios y municipios que rara vez reciben actividades culturales o deportivas. De nuevo, la vieja fórmula romana: pan y circo.
La ceremonia de 2025: un acto deslucido y lleno de desdén
La ausencia del gobernador en la entrega de los premios resultó significativa. En su lugar asistió la senadora Ruth González —su esposa—, lo cual ya generaba cierta molestia en diversos sectores. Pero lo más penoso estaba por venir.
El evento se fusionó con la premiación deportiva, saturando de manera desproporcionada la ceremonia. La comunidad artística quedó relegada entre una enorme cantidad de premiados del ámbito deportivo, alargando el protocolo más allá de lo razonable y diluyendo el sentido del reconocimiento.
A los 45 minutos de iniciado el acto, la senadora decidió retirarse junto con toda su comitiva de funcionarios. El abandono fue evidente y grosero: se marcharon pese a que aún faltaban numerosos creadores y deportistas por recibir sus premios. El escenario quedó súbitamente sin autoridades, generando confusión y dejando al descubierto una falta de respeto que difícilmente puede justificarse.
Minutos después, sólo dos funcionarios —el titular del área deportiva y el de cultura— regresaron para continuar la ceremonia. Sin embargo, el evento ya había perdido su solemnidad y su sentido.
Lo que merecen las artes y los deportes
Las artes y el deporte son actividades fundamentales para la vida social y cultural de San Luis Potosí. Ambos merecen eventos separados, profesionales y respetuosos. En el caso del área cultural, sería deseable una ceremonia donde se pudieran escuchar las piezas ganadoras de composición musical, ver las coreografías galardonadas, escuchar fragmentos de poesía, narrativa o dramaturgia, así como apreciar los trabajos en artes visuales. Algo digno, completo y enfocado.
Lo mismo para el deporte: un evento propio, que reconozca la disciplina, el esfuerzo y el mérito de sus participantes sin colisiones innecesarias con otros sectores.
Un mensaje que no debe pasarse por alto
Lo ocurrido en esta edición del Premio 20 de Noviembre confirma, tristemente, la postura del actual gobierno: la cultura y las artes no son una prioridad. Ni siquiera una responsabilidad mínima. Y el deporte corre con la misma suerte, utilizado a conveniencia pero sin un respaldo serio y sostenido.
La comunidad cultural y deportiva merece respeto, no actos improvisados ni usos electorales. Ojalá algún día la gobernanza en San Luis Potosí recupere el sentido profundo de estos reconocimientos, y vuelva a valorar —con seriedad y dignidad— a quienes construyen el tejido cultural y social del estado.
Ojalá. Porque de ese respeto, también depende el futuro que como sociedad queremos construir.


