Aunque aún falten dos años para que los ciudadanos acudan a las urnas, San Luis Potosí ya huele a elecciones. Un caso que destaca es el de la senadora Ruth González, quien, en lugar de enfocarse en sus responsabilidades legislativas, ha decidido adelantarse, disfrazando su promoción política de “gestión social”. Con recorridos, entregas de dádivas mal llamadas “apoyos” y promesas que no le corresponden, ha inundado las calles. No para mejorar la vida de la ciudadanía, sino con la urgencia de mantenerse en la conversación pública.
Su papel en el Senado parece haber quedado en el olvido. Mientras en la Cámara Alta su silla permanece vacía, en San Luis Potosí su imagen se multiplica en calles, eventos y redes sociales. No es casualidad. Detrás de cada entrega, cada recorrido y cada fotografía hay una estructura que no se sostiene sola. La pregunta es inevitable: ¿de dónde sale el dinero para financiar estas acciones? Porque algo es claro: no lo paga de su bolsillo.
El aparato estatal se ha puesto al servicio de una sola persona, desviando recursos públicos, estructura gubernamental y hasta programas oficiales para construir una imagen política que no se sostiene por mérito propio. Todo con el descaro de desafiar incluso a la presidenta del país. Mientras se habla de unidad y respeto a los tiempos electorales, aquí ya se juega a la sucesión con reglas propias. Como si San Luis Potosí fuera un feudo y el poder se heredara por derecho de sangre.
Las elecciones llegarán en su momento, pero la ciudadanía debe abrir los ojos desde ahora. No se trata de cuántos eventos encabece, cuántas personas acarree o cuántos aplausos reciba. Se trata de exigir transparencia y un mínimo de vergüenza a quien cree que puede jugar a hacer política con dinero ajeno.
Desde hoy, hago un llamado a los potosinos: ¿seguiremos permitiendo que el dinero del pueblo se utilice para construir candidaturas disfrazadas de trabajo social? Porque si no se frena hoy, mañana no será solo un caso aislado, sino una práctica normalizada. Y cuando eso pase, habremos perdido no solo recursos, sino también la dignidad. Todo gracias a los globitos que se inflan solos en su carrera precoz por seguir viviendo a costa de la ciudadanía en 2027.