Por si no lo sabías, yo te informo; durante estos días el Gobierno del Estado inundó las redes con una encuesta donde el gobernador aparece como uno de los mejores evaluados del país. ¿Sorpresa? Ninguna. Lo verdaderamente grave no es el resultado, sino el descaro: encuestas cuchareadas y hechas a modo. En el afán de vendernos una imagen de poder, terminaron exhibiendo su urgencia por querer controlarlo todo.
Es aquí donde vale la pena detenernos para reflexionar… En un estado olvidado, donde miles apenas logran comer una vez al día, el gobierno estatal no tiene empacho en gastar millones para convencernos —a través de encuestas— de que todo va bien. Qué insulto, ¿no?
Según los números que ellos mismos se inventaron, el partido en el poder arrasaría en 2027 y el gobernador es uno de los más aprobados del país. Claro, eso lo aseguran las encuestadoras de siempre, esos altavoces complacientes disfrazados de medios, que operan como meras extensiones propagandísticas del gobierno. Una narrativa tan pulida como artificiosa, donde los halagos se compran y la popularidad se fabrica a billetazos, mientras la realidad —esa incómoda que no cabe en ninguna gráfica— se desmorona en un silencio ensordecedor.
Este uso perverso de la estadística como ornamento de vanidad política revela no solo una obsesión por el aplauso fácil, sino también un profundo desprecio por la inteligencia ciudadana. No se busca informar, se busca imponer una ficción: la de un liderazgo imbatible, amado y aplaudido por un pueblo que, en la vida real, apenas sobrevive con dignidad.
Es el teatro del poder en su máxima expresión: telones relucientes, luces bien dirigidas, actores sobreactuados y un libreto diseñado para emocionar… pero que no resiste el mínimo contacto con la realidad. Detrás del escenario: comunidades sin servicios, regiones empolvadas por el olvido y un pueblo al que solo se le aplaude cuando conviene.
Lo más grave no es la encuesta, es la burla. Porque mientras unos esperan con ansias poder llevar algo de comer a su casa, el Mandatario Estatal derrocha dinero en alimentar su imagen y la de sus alfiles. Mientras hay regiones enteras sin acceso a servicios básicos, aquí se fabrican cifras que pintan un paraíso que nadie ve.
Esta vez se pasó de cucharadas, y en su afán de posicionarse a él y a sus alfiles, terminó empachado. La sobredosis de encuestas, medios alineados y bots aplaudidores fue tal, que logró colarse en medios nacionales… y no precisamente por sus logros. Algunos hasta le compraron la historia sin chistar, repitiendo los “datos” como si en San Luis Potosí no pasara absolutamente nada más que ver al Gobernador adelantarse al 2027 sin aún siquiera rendir cuentas de su mandato actual. ¡Qué conveniente!
El verdadero respaldo ciudadano no se mide con encuestas pagadas, sino con resultados reales: municipios seguros, hospitales funcionando, empleos dignos y transparencia en el gasto.
Y este gobierno estatal, en lugar de responder a las verdaderas necesidades del estado, prefiere vivir en su “eterna campaña”.
Querido ciudadano de San Luis Potosí: el Gobierno del Estado se burla de ti. La aprobación quizá podrá disfrazarla con encuestas maquilladas, pero dime, ¿la despensa te es suficiente para cubrir tus necesidades?
