Homar Sánchez, barítono potosino, licenciado en Biofísica, productor musical independiente y líder nacional en la creación de Coros Virtuales y Multitrack Vocal, se enfrenta de manera contundente a sus propias inquietudes al escuchar su obra, “Réquiem Huasteco” y nos confronta por igual: ¿Qué sucede al momento de morir? ¿Cuál es el sentido de buscar consuelo? ¿Qué significa mantener viva la memoria de quien parte? ¿Es acaso la búsqueda inexorable de aquel a quien hemos perdido? ¿O es, más bien, la fragilidad que nos envuelve a quienes permanecemos en el duelo de esa pérdida, en cualquier forma que esta se manifieste, pero cuya ausencia nos invade y sobrecoge? Nacido en San Luis Potosí en 1990, discípulo del maestro José Miramontes Zapata (+), de la soprano Liliana del Conde, de Marco Ugalde y de César Díaz de Sandi entre otros, Homar Sánchez presentó su pieza ganadora del Premio en Composición Musical Julián Carrillo del Certamen 20 de Noviembre 2024 en el marco de la apertura de actividades culturales de la Parroquia del Pedregal, un recinto majestuoso aún en construcción, cuya conclusión está prevista para el inicio de 2026 bajo la dirección del arquitecto Óscar Cadena. El concierto fue organizado por la asociación Música Para la Paz, que desde 2023 impulsa la difusión del arte y la música de alta calidad en favor de un mundo pacífico y solidario.

La interpretación estuvo a cargo del Coro Vuela Alto, proyecto musical fundado y dirigido por Sánchez desde 2014. Con este ensamble ha difundido el arte vocal —sobre todo a cappella— de la música mexicana y de las nuevas tendencias contemporáneas. La agrupación ha alcanzado prestigio internacional al convertirse en el primer coro mexicano en ganar los World Choir Games (Flandes, Bélgica 2021). Sus producciones digitales han superado los 30 millones de vistas en 180 países y conquistado escenarios en toda la república mexicana. Homar Sánchez, como un Virgilio contemporáneo, nos guía en su Requiem Huasteco, en un viaje de nueve movimientos, donde el sincretismo es la barca y la música el viento que empuja hacia una exploración de la fe católica, los ritos prehispánicos y las cosmovisiones nahua y tének. Cuatro lenguas —latín, náhuatl, tének y español— se entrelazan como puentes de memoria, duelo y esperanza que se vio en resonancia con un gran escenario como lo fue la Parroquia del Pedregal.

Los nueve movimientos del “Réquiem Huasteco”
- Réquiem Aeternam (Descanso para toda la eternidad).
Voces graves de barítonos nos sumergen en la solemnidad del latín, en la oración católica por los difuntos. Pero de súbito, irrumpe el violín huasteco de la maestra Tatiana Kablotska, junto a la jarana de Malkuth Zavala y la quinta huapanguera de Hilda Cecilia Mosqueda. La plegaria ahora resuena en náhuatl: un diálogo entre cosmovisiones que vuelve al misterio de la muerte un lenguaje universal. - Señor, ten piedad. Aquí la súplica es lamento. En la voz del tenor Darío González Garzón, acompañado por el órgano —memoria sonora de los templos— interpretado por Enrique Rodríguez Macías, escuchamos la petición de misericordia. Pero el violín huasteco y el trío insisten en su resistencia: no se someten, no callan. La dignidad de coexistir vibra como un acto de rebelión espiritual.
- Dies Irae (Día de la Ira). Más que furia divina, lo que emerge es la esperanza de un renacer. Entre el caos del fuego y la destrucción, la música invita a resurgir. El trío huasteco es vibrante, poderoso, y el coro se convierte en un tamiz de alegría que transforma la ira en júbilo, la condena en posibilidad.
- Ofertorio. No hay tregua: el choque de culturas es inminente. El órgano y los instrumentos autóctonos se enfrentan, se desafían, pero al mismo tiempo se funden. El canto pide misericordia desde esa tensión, desde la contradicción misma de dos civilizaciones que se observan, se chocan y se reconocen.
- Santo. Es una oda a la ausencia, al dolor de la pérdida y a la vez a la esperanza del reencuentro. Los hosannas no son súplicas sino estallidos de alegría, contagios de certeza: algún día, tarde o temprano, habrá un abrazo de nuevo.
- Benedictus (Bendito). El violín de Enrique Salazar templa el aire y se entrelaza con el órgano. La mezzosoprano Cinthya Irurzo canta en lengua tének, y en ese instante la música deja de ser confrontación para volverse unión. El coro susurra comprensión y compañía: es un renacimiento que proclama la humanidad como una sola civilización.
- Cordero de Dios. Cantado por el coro en náhuatl y en español, se convierte en tránsito. Camina por los senderos del Mictlán y de pronto se transforma en Petenera huasteca. Zapateado, fiesta, Xantolo: la muerte se vuelve celebración, danza, memoria gozosa.
- Comunión. Aquí se revela el origen: un zapateado coral que encarna el corazón del Xantolo. Es encuentro y regreso, la convivencia añorada de vivos y muertos. Vida y muerte en comunión: un mismo pulso eterno que trasciende toda frontera.
- Vida Nueva. El viaje culmina con un arrullo a capella. Vida y muerte se funden en abrazo: despedida y bienvenida al mismo tiempo. No hay dolor, hay esperanza. Dormir es despertar; morir es volver a soñar la vida.

Homar Sánchez, compositor y arreglista de formación predominantemente autodidacta, no ofrece respuestas fáciles. Él abre preguntas, sacude emociones y replantea sentidos. Su “Réquiem Huasteco” no concibe la muerte como ausencia, sino como memoria, amor y continuidad. No es Virgilio quien nos guía, como dijimos al principio si este fuera acaso, un requiem netamente occidental, sino un danzante xantolero que nos conduce por el Mictlán, que nos hace andar y zapatear el misterio de la vida y la muerte con harto disfrute y con hondo y orgulloso sentir.
Este guerrero del canto comanda un coro que vuela alto y, en su vuelo, nos recuerda que la muerte no es final, sino tránsito. Que la muerte también es vida, celebración, eternidad y contradicción luminosa. Que en cada duelo late la esperanza de reencontrarnos. Y que la música, como puente, nos permite soñar juntos la vida… incluso más allá de la muerte.
Una maravillosa interpretación de un joven con talento inigualable que contagia no solo a quienes dirige sino al público que le observamos y nos maravillamos con su entrega, pasión y talento. Un coro cuyo entusiasmo y rigor es digno del amplio gozo y permanente disfrute en una noche de concierto de belleza y enorme musicalidad. Enhorabuena a Homar Sánchez, Coro Vuela Alto y a la asociación Música Para la Vida. Que siga la buena música y las bellas y hermosas noches compartidas.
PD. Les invitamos a escuchar la pieza completa en Spotify: “Requiem Huasteco“. Interpretación: Coro Vuela Alto así como apoyar los canales oficiales de esta exitosa agrupación oriunda de San Luis Potosí.