Lo que comenzó como una rechifla durante un homenaje cultural, ha escalado en una tormenta política y mediática que revela fracturas internas y vendettas personales en la Oficina de Comunicación Social del Gobierno del Estado. El epicentro: el homenaje al maestro José Miramontes Zapata, exdirector de la OSSLP, realizado el pasado 21 de abril en el Teatro de la Paz.
Durante el evento, un numeroso grupo de asistentes abucheó al secretario general de Gobierno, J. Guadalupe Torres Sánchez, y al secretario de Cultura, Mario García Valdez. El incidente, más allá del mal sabor de boca protocolario, desató una serie de reacciones que han puesto al descubierto un conflicto interno que sacude a la dependencia encargada de manejar la imagen pública de la administración estatal.
Según fuentes cercanas al Gobierno, la molestia no se quedó en los pasillos del Teatro de la Paz. Alcanzó también a Gerardo Zapata Rosales, titular de Comunicación Social, quien, presuntamente, habría orquestado una represalia contra una excolaboradora de su oficina, identificada como Lorena. La razón: sospechas de que ella estuvo detrás de la manifestación pública contra los funcionarios.
El día 22 de abril —no sin ironía, un día después del homenaje—, un empleado de la dependencia apodado “Cerati” (nombre real: Juan Carlos), habría aprovechado la maquinaria mediática del gobierno para difundir una nota en redes sociales en la que se lanzan acusaciones directas contra Lorena. No solo se le señala de operar políticamente para incidir en el futuro de la OSSLP, sino también de presuntamente haber utilizado su cargo en beneficio personal y familiar.

La nota, que circuló inicialmente en chats privados antes de ser “sembrada” en plataformas alineadas al oficialismo, ataca incluso a la hija de la exfuncionaria, quien busca integrarse a la Orquesta Sinfónica. “Su objetivo, aseguran, es influir en la designación del próximo director de la OSSLP con fines personales (…)”, se lee en el fragmento. También se le imputa haber favorecido a su hijo escultor con múltiples reconocimientos por parte de la Secretaría de Cultura, gracias a supuestas alianzas internas.
Pero el contexto va más allá del fuego cruzado. Días antes de la publicación de la nota, Lorena había lanzado una crítica pública —a través de sus redes sociales— contra el mismo “Cerati”, acusándolo de adjudicar falsamente a la Secretaría de Cultura el patrocinio de un viaje a la Ciudad de México. Según sus declaraciones, ni el traslado, ni el hospedaje, ni los viáticos de los alumnos del Coro Crescendo y otras agrupaciones musicales fueron cubiertos por el gobierno estatal. “No pusieron ni medio centavo”, dijo.

Este cruce de acusaciones sugiere no solo un clima enrarecido al interior de la Oficina de Comunicación Social, sino un uso faccioso de los recursos institucionales para dirimir venganzas personales. Una práctica que contradice el espíritu de transparencia, ética y profesionalismo que se supone guía el actuar del servicio público.