En un nuevo giro digno de telenovela de horario estelar —aunque sin producción de Televisa, pero con el drama garantizado—, la regidora de Rioverde, Rosa María Huerta, se lanzó con todo contra la dirigente estatal del PRI, la diputada Sara Rocha Medina. ¿La razón? Un posicionamiento en defensa de la senadora Ruth González Silva que encendió la mecha de un fuego cruzado entre correligionarias.
Todo comenzó cuando el alcalde capitalino Enrique Galindo Ceballos, en tono más técnico que fraternal, cuestionó las obras viales gestionadas por la senadora González Silva. Un acto que, según la diputada Rocha, rebasa la crítica y cae en la violencia política de género. Ni lenta ni perezosa, Sara Rocha exigió al alcalde “respeto a la investidura” de la legisladora, recordándole que “los vacíos en la política y en la vida siempre se llenan”. Una frase que, por cierto, bien podría estar bordada en un cojín de sarcasmo institucional.
Pero lo que parecía un ejercicio de sororidad política se convirtió en campo de batalla interno. Desde Rioverde, Rosa María Huerta salió al paso y, sin rodeos, calificó a Rocha Medina como “espuria, farsante, hipócrita y mentirosa”. Aseguró que la dirigente tricolor no tiene autoridad moral para hablar de violencia política de género, pues, según la regidora, ella misma la ejerció “contra muchas mujeres que éramos priistas”.

El comentario, publicado en redes sociales, tuvo todo el dramatismo de una carta abierta y el filo de un discurso de cierre de campaña. “La senadora Ruth González no necesita de espurias para defenderse”, sentenció Huerta, y añadió que para eso “nos tiene a nosotras”, en referencia a su propio respaldo y al del grupo que representa.
Así, lo que comenzó como una defensa de género terminó en un espectáculo de fuego amigo, donde la sororidad partidista se convierte en un recurso tan frágil como una promesa de campaña. Al final, la ilianza PRI/Verde en San Luis Potosí demuestra que no necesita enemigos externos para ponerse en aprietos: el talento interno basta y sobra.