A tan solo unos meses de haber sido entregadas con bombo y platillo por el gobernador Ricardo Gallardo Cardona, las calles rehabilitadas del histórico barrio de San Miguelito ya lucen baches y hundimientos, encendiendo la ira de vecinos y reavivando críticas que nunca cesaron sobre la calidad y el enfoque del proyecto.
Los reclamos no son nuevos: desde su planeación, la obra fue señalada por ignorar lineamientos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que exigía respeto a los materiales y trazos originales de uno de los barrios más antiguos de la capital. Sin embargo, el gobierno estatal desestimó estas advertencias, privilegiando un modelo de intervención rápida y superficial que hoy deja su factura a la vista de todos.
Vecinos y comerciantes llevan meses denunciando fallas estructurales en banquetas, drenajes colapsados y pasos peatonales mal diseñados que complican la movilidad. Los tiempos de entrega se extendieron pese a las prisas aparentes por inaugurar la obra, mientras las constructoras omitieron estudios serios del suelo y del impacto ecológico en una zona con arbolado y patrimonio histórico relevante.
Hoy, los baches funcionan como un símbolo perfecto del resultado: un gasto millonario para entregar calles que no soportaron ni una temporada de lluvias. Hasta el momento, el gobierno estatal ha evitado dar una explicación técnica clara del deterioro prematuro.