Michoacán vivió una jornada intensa de manifestaciones este lunes, tras el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo Rodríguez, ocurrido el pasado 1 de noviembre. En Morelia, Pátzcuaro, Uruapan y Apatzingán, miles de personas salieron a las calles para exigir justicia y reclamar el fin de la violencia que golpea a la entidad.
En la capital michoacana, unos tres mil estudiantes universitarios marcharon desde Las Tarascas y el monumento a Lázaro Cárdenas hasta confluir frente al Palacio de Gobierno. Durante el recorrido, uno de los contingentes hizo una parada en el Congreso local, donde una joven universitaria tomó el micrófono y expresó: “Estamos consternados, decepcionados e indignados, pero no dispuestos a normalizar la violencia. Sabemos que la historia no cambia con silencio, sino con decisión, organización y valentía”.
Los manifestantes entonaron el Himno Nacional y corearon consignas como “El pueblo callado jamás será escuchado”, antes de continuar hacia el centro histórico. Al llegar al Palacio de Gobierno, la protesta —en su mayoría pacífica— derivó en un acto de confrontación cuando integrantes del Frente Nacional de Lucha por el Socialismo (FNLS) y normalistas derribaron vallas metálicas y lanzaron objetos al edificio. La tensión escaló en enfrentamientos con la Guardia Civil, entre gases lacrimógenos y balas de pintura, por lo cual detuvieron a cuatro jóvenes.
En Pátzcuaro, más de un centenar de habitantes marcharon en honor a Manzo, conocido como “El Señor del Sombrero”. José Antonio Arreola, uno de los organizadores, afirmó durante el mitin: “No nos vamos a quedar callados. Aquí acaba de despertar un tigre y no vamos a permitir que callen nuestras voces”.
Simultáneamente, en Uruapan, cientos de personas tomaron las calles por segundo día consecutivo para exigir justicia y mayor seguridad. En Apatzingán, la protesta nocturna también terminó en un estallido de furia cuando manifestantes incendiaron el Palacio de Gobierno local.
