El reciente hallazgo de los cuerpos calcinados de los cinco integrantes del Grupo Fugitivo en Reynosa, Tamaulipas, ha conmocionado al país y evidenciado la profunda crisis de seguridad que persiste en la entidad. A pesar de las detenciones anunciadas por la Fiscalía Estatal, las circunstancias que rodean este crimen reflejan la impunidad y el control que organizaciones criminales, como el Cártel del Golfo, ejercen sobre amplias zonas del estado.
Los músicos desaparecieron el 25 de mayo tras una presentación en el bar La Chinita. Según las investigaciones, fueron citados para tocar en un evento privado que resultó ser una trampa. Posteriormente, sus cuerpos fueron encontrados calcinados en un terreno baldío, a solo 12 kilómetros del lugar donde fueron vistos por última vez. La Fiscalía ha detenido a nueve personas, presuntamente vinculadas a la célula «Los Metros» del Cártel del Golfo.
A pesar de las detenciones, las familias de las víctimas han expresado su desconfianza hacia las autoridades, exigiendo pruebas de ADN para confirmar la identidad de los cuerpos y cuestionando la falta de comunicación por parte de la Fiscalía. Además, han denunciado que los jóvenes no tenían vínculos con el crimen organizado, lo que agrava la indignación por la brutalidad del crimen.