martes, noviembre 4, 2025
20.4 C
San Luis Potosí

LO ÚLTIMO

― publicidad ―

¡SÍGUENOS!

EN EXCLUSIVA:

Universitarios repudian intento de injerencia de Ricardo Gallardo en la UASLP: “No se cuelgue la medalla del dolor ajeno”

La comunidad universitaria de San Luis Potosí repudia el intento del gobernador Ricardo Gallardo Cardona de atribuirse los avances en el caso de violación en la UASLP. Estudiantes y ciudadanos defienden la autonomía universitaria y denuncian el oportunismo político del mandatario.
InicioEfecto CentralLas artes que el estado olvida: crisis en las Escuelas Estatales de...

Las artes que el estado olvida: crisis en las Escuelas Estatales de Arte

Las recientes manifestaciones de los estudiantes de la Escuela Estatal de Danza han puesto en evidencia el abandono institucional, las condiciones indignas y el uso político del trabajo artístico.

A finales de los años ochenta, un grupo de creadores independientes —músicos, actores, bailarines y artistas visuales— impulsó un proyecto que transformaría el panorama educativo y cultural de San Luis Potosí: la creación de las Escuelas Estatales de Arte del Sistema Educativo Estatal Regular (SEER). Nacieron con la intención de ofrecer una formación formal y profesional en teatro, danza, música y artes plásticas, áreas que hasta entonces se desarrollaban desde la práctica autodidacta o el impulso comunitario.

Antes de su fundación, la única institución que ofrecía un espacio de formación artística estructurada era el Instituto Potosino de Bellas Artes (IPBA), creado en 1955. De ese semillero y otros independientes forjados en la cantera de las calles, surgieron muchos de los maestros fundadores de las escuelas estatales, artistas forjados en la experiencia, el rigor y la convicción de que el arte era una vía de transformación social. Con casi cuatro décadas de existencia, estas escuelas se convirtieron en pilares culturales, semilleros de generaciones que hoy conforman la vida artística potosina.

Sin embargo, ese legado enfrenta hoy una de sus peores crisis. Las recientes manifestaciones de los estudiantes de la Escuela Estatal de Danza han puesto en evidencia el abandono institucional, las condiciones indignas y el uso político del trabajo artístico. Duela rota, espejos quebrados, clavos expuestos, falta de ventilación, ausencia de maestros por semestres completos y, sobre todo, la denuncia de haber sido obligados a participar en eventos políticos o privados sin recursos ni reconocimiento.

Su pliego petitorio ha sido claro:

  • Condiciones dignas de estudio.
    • Contratación de docentes con perfil profesional.
    • Cobertura completa de materias.
    • Reconocimiento oficial de la escuela como institución de nivel superior.
    • Fin al uso político de su trabajo artístico.

    Lo que piden no es un favor, es un derecho. Pero el problema no es nuevo. Desde hace años, alumnos y egresados de las escuelas de teatro, danza, música y artes plásticas han señalado una pedagogía basada en la violencia y la precariedad: gritos, humillaciones, acoso y lo más grave: relaciones afectivas entre maestros y alumnas con evidente abuso por su poder jerárquico, donde la salvaguarda debería ser una responsabilidad institucional y que lamentablemente, está se vuelve cómplice, permitiendo relaciones fuera de toda norma y ética hacia las mujeres en particular y en general, hacia la comunidad estudiantil.

    De igual manera, se da la prevalencia de un discurso que justifica el maltrato con frases como “el arte entra con sacrificio”. Bajo ese pretexto, se han normalizado durante décadas, prácticas abusivas en Artes Plásticas, Danza, Música y Teatro, que contradicen todo sentido de formación humanista y creativa de muchos docentes hacia alumnado de dichas Escuelas de Artes potosinas.

    En medio de este panorama, voces como la de la artista circense y bailarina Diana Batres, egresada de la Escuela Estatal de Danza, cobran un valor revelador. Batres ha denunciado públicamente la explotación de alumnos y el uso político del trabajo estudiantil, recordando además que en San Luis Potosí el arte sigue siendo visto como pasatiempo, no como profesión. “La gente en general no ve el arte como una profesión, lo que lleva a que cobren muy poco en relación con lo que deben invertir”, ha expresado. Su postura evidencia la paradoja: mientras los estudiantes luchan por condiciones dignas, el sistema continúa desvalorizando el arte y a quienes lo ejercen.

    El Sistema Educativo Estatal Regular (SEER) ha prometido atender las demandas. Sin embargo, lo que está en juego va mucho más allá de reparar un piso o contratar suplentes. Se trata de repensar el papel del Estado en la formación artística. Y aquí, el fuerte y contundente llamado al gobierno de San Luis Potosí de Ricardo Gallardo Cardona: las artes no pueden seguir siendo usadas como escaparate político o simple adorno cultural. Necesitan políticas públicas firmes, presupuestos suficientes, infraestructura adecuada y programas de profesionalización docente que dignifiquen el oficio artístico.

    Las Escuelas Estatales de Arte representan algo más profundo: son espacios donde la juventud puede construir identidad, pensamiento crítico y comunidad. En tiempos de violencia y desintegración social, no son las ferias ni los eventos masivos sin ton ni sentido con cargo al erario público, dictados por el capricho gubernamental, los que fortalecen al “pueblo bueno “, sino que más que nunca, el arte, ese arte que se vuelve un refugio, una forma de resistencia. Por eso, su abandono no solo daña a los estudiantes, sino al tejido social entero.

    Pero también es cierto que el futuro no depende solo de la institución. Los creadores formados en estas aulas tienen el reto de llevar el arte más allá de los muros escolares: crear proyectos autogestivos, colectivos, comunitarios, sostenibles; entender que la vocación artística implica también una responsabilidad social. Que el arte no se limite a sobrevivir dentro del aula, sino que florezca en la calle, en los barrios, en las escuelas, en los espacios donde aún hay esperanza.

    El Estado debe impulsar, sí, pero también escuchar. Los artistas, por su parte, deben sostener su voz con autonomía. Porque el arte, cuando se ejerce con conciencia y dignidad, no solo ilumina escenarios: también ilumina sociedades.

    - PUBLICIDAD -

    NOTICIAS RELACIONADAS:

    Diana Batres denuncia explotación de alumnos en la Escuela Estatal de Danza

    La bailarina potosina acusó al SEER y funcionarios estatales de usar a estudiantes en presentaciones sin pago, y pidió dignificar el arte en SLP.

    ― publicidad ―